Advertencia: si lo que buscas es una guía de viaje para ver lo mejor de Múnich, no la encontrarás aquí. Esto será algo así como mi diario de viaje, con mis idas de bola y mis miniaventuras. Quizás no muy interesante, pero es lo que me apetece escribir en este momento.
Una buena amiga me dijo una vez, que yo debería empezar a viajar sola, para encontrarme a mí misma en esta nueva etapa de mi vida. Le hice caso a medias, supongo que ella se refería a irme a Indonesia o a Nueva Zelanda en busca de aventuras. Me fui de viaje sola a Múnich, pero con trampas, me fui a visitar a unos conocidos (los conozco a través de una asociación de las que estoy). Viajé siendo bastante espontánea para lo que soy yo, y estuve sola, y reflexioné. Al lío.

Viernes: de conciertos en la noche muniquesa
Me alojé en el hostal Wombats, que está muy bien situado (al lado de la Hauptbahnhof), tiene un buen precio y es el sitio ideal para conocer a gente nueva. Llegué a las 19h al ZOB (estación central de autobuses) en Flixbus: la opción más económica (yo lo hice por 50 euros), 4 horas de trayecto, pero no tan cómodo como hacerlo en tren. Desde mi hostal ahí me fui al Café Kosmos, dónde me iba a encontrar con estos conocidos. Es un bar pequeñísimo, con sillas rescatadas de un Flohmarkt, seguro. Estaba llenísimo y nos tocó quedarnos en la planta de arriba, de pie. Bebimos la rica cerveza Astra, que en realidad viene de Hamburgo.
Compramos unos bocatas para cenar de camino en el Yormas de la estación. Es una cadena de comida rápida a muy buen precio.
De ahí nos movimos al bar Glockenbachwerkstatt, dónde esa noche había una jam session. Está cerca de la parada de metro Frauenhofer Strasse. Se trata de un centro social con varias salas, donde además de conciertos, hacen teatro y multitud de actividades para los jóvenes. Ese día los conciertos (con música blues, rock, reggae, hiphop, etc) eran de entrada gratuita y la riquísima cerveza de medio litro Augustinerbräu costaba 3 euros. En Alemania suelen cobrarte además el Pfand, el depósito de 1 euro por cada casco o botella. La fiesta se alargó hasta las 4h de la mañana. Me acompañaron hasta la puerta del metro, pero, ¡oh casualidad!, esa noche no había servicio y en la parada conocí a un chico alemán, que muy amablemente me acompañó hasta la plaza Stachus (muy cerca de mi hostal). Pero, ¿qué hice yo?, pues nada raro con el alcohol que llevaba en sangre, caminar 30 minutos en la dirección contraria a mi alojamiento. Tranquilos, no pasó nada. Regresé al hostal sana y salva, pero muerta de hambre: así cayó mi segundo bocata del viaje (4 euros).
Sábado: turisteando y de barbacoa
Alojarse en una habitación compartida en un hostal tiene como inconveniente sobrevivir al ruido. Pese al sueño y a la resaca, a las 8h ya estaba despierta, aunque aún un poco zombie y tardé mucho en arrancar. Cuando me puse en pie y me fui de excursión por la Neuhauser Strasse hasta Marienplatz eran ya las tantas.
La calle estaba abarrotada de personas que deambulaban, turistas como yo viendo tiendas de Dirndl, autóctonos comprando desaforadamente en las rebajas. Paré en varios stands de fruta, y me compré higos y cerezas, ese fue mi primer desayuno.
El café y algo más me lo tomé en un Café muy viejuno de Marienplatz. 10 euros un zumo, una baguette y un café con leche grande. La vitrina estaba atestada de pasteles y tortas caseras.
La ciudad es preciosa. Corres el riesgo de sufrir el síndrome de Stendhal ante tanta belleza junta: arquitectura, limpieza, orden, colorido.
Especialmente bonito encontré el Viktualienmarkt, el mercado de 1807 de los agricultores de la zona: miel, aceitunas, verduras, arreglos florales, etc.
Alter Hof, Isartor, Max-Bill-Platz y muy cerca el precioso Hofgarten completaron la visita al casco histórico.
Y ya no puedo relatar nada más sobre el viaje de ese día, porque me fui de barbacoa con mis conocidos, y entre sangrías, ensalada de patatas y salchichas, alcanzamos la 1 de la mañana.
Domingo: Dachau
A las 7h30 volvieron a despertarme mis compañeras de hostal, y me fui a desayunar con la taiwanesa, que resultó ser majísima. Ventaja de dormir en hostales de mochileros: conocer gente nueva.
Puse rumbo a Nymphenburg. La entrada a las dependencias del castillo cuesta 6 euros. Existe una opción de coger un audioguía en español, de lo contrario los paneles informativos son únicamente en inglés y alemán.
El mobiliario, los frescos del techo, los cuadros, las vistas desde el balcón del castillo hacen que valga la pena.
La visita al jardín es de entrada gratuita, y recorrerlo completamente puede llevarte horas. Allí me zampé una piadina que había comprado previamente en la estación.
Desde este castillo, me fui a Dachau. Mi primera parada fue para acercarme al campo de concentración de Dachau. La entrada es gratuita.
Fue lo mejor del viaje, que es incompatible, con decir que fue lo peor del viaje. Sí, aquella visita fue como una patada al estómago. Barbarie, dolor, en aquellas piedras. Han derruido casi todas las barracas. Aún se pueden ver muchísimas partes de aquella pesadilla.
En cuestión de horas viví decenas de estados emocionales totalmente distintos. Odio, asco, desesperanza, miedo a que vuelva a pasar algo así (con los nuevos fascismos recorriendo Europa y EEUU, y nuestro trato a los refugiados…). Y luego la sensación de saber que estoy respirando, viva.
E hice algo que todavía no lo entiendo, reunirme con mis conocidos en la Volksfest de Dachau.
Allí bebí dos jarras de cerveza, comí pato y tomé el tren de vuelta a Múnich varias horas después, para con una hora de retraso tomar mi bus de vuelta a Zúrich. Mi viaje había terminado, y yo había crecido un poquito más, siendo feliz y triste al mismo tiempo.
Ah, los hostales y sus historias… 🙂 Tú pregúntale a Luy por sus días en aquel hostal londinense llamado «The Generator» (el nombre en voz alta ya lo dice todo). Y de cómo (no) durmió escuchando a dos demasiado acaramelados en el dormitorio…. xD
Un fin de semana intenso el tuyo, seguro. Con sus cosas vistas y sus lecciones aprendidas. 😉 Lo importante es respirar… Lo demás, viene con la paciencia.
Nena, esto se merece una comida 🙂 Qué haces hoy? xD
Pues muy bien aprovechadas tus 48 h alemanucas, con todo lo que ello conlleva. Por cierto, no sabía que en Munich se llevaban los encurtidos…
Con la globalización, ya está todo en todos lados.
Que gozo leerte querida Zuriquesa! gracias por las imagenes y las emociones….
Emociones, contradicciones, sentimientos, dibujos, fotografías, y descripciones… Para que viajéis conmigo.
Espero que disfrutaras mi ciudad 😉
Disfruté mucho, pero volveré. Que me quedaron muchísimas cosas por ver. Un abrazo!