Esto sí, en Suiza, sí, sí, no pongas esa cara, en Suiza también roban carteras. No soy la única a la que le han robado la suya (a varias amigas les ha ocurrido en el tranvía o de bares). Todavía tengo esa cara de incredulidad, mezclada con una infinita tristeza y desconfianza. No es que llevara miles de francos en mi cartera. No es por el dinero (que llevaba lo justo para pagar una comida), es por todo lo que tengo que renovar ahora y la cantidad de problemas-trámites-gastos derivado de ello.

Lo primero que uno debe hacer, es evitar las posibilidades de que te roben. No llevéis bolsos sin cremallera, por favor (sí, lo sé, mi bolso molón en piel naranja, que se frunce por la parte de arriba no era muy seguro…). No llevéis toda la documentación encima (tratad de llevar fotocopias de las cosas más importantes: como el permiso de residencia, el permiso de conducir o el dni; los originales te harán falta sólo en el momento que tengas que hacer trámites). Así tendrán menos para robar.

A mi me lo robaron como suelen pasar estas cosas, siendo una despistada. Estaba comiendo con mis amigos unos deliciosos platos colombianos. No quiero dar el nombre del restaurante, porque pese a que la comida estaba realmente rica, y que el dueño me diga que todos los que pasan por allí son honrados, de buena familia y que ninguno tiene la necesidad de hurtar nada, alguno de sus estimados clientes fue el que me «choló», sisó o sustrayó la carterita. Dejé el bolso en la silla, mientras comía. Cuando fui a pagar, la cartera ya no estaba.

Lo primero que hice fue buscarla debajo de la mesa, por el bar, entre los bolsillos de la chaqueta. Evidentemente no apareció. Dudé incluso de que me la hubiera llevado al bar, cosa que no era cierta, ya que antes de salir de casa miré si tenía dinero en metálico para pagar. Revisé en mi casa por todos los rincones. Pero la cartera no estaba.

Fui a la comisaría de policía de mi barrio. Aquí tenéis la web con los lugares de contacto de la policía de Zúrich. Puse la denuncia y vi en los ojos de la funcionaria cierto gesto de reprobación: algo así como «bienvenida al club de los incautos que se han dejado robar en este periodo prenavideño, acaso no has oído por megafonía en los tranvías que os estamos advirtiendo de que seáis más precavidos?». Sí, ahora también sé leer en los ojos.

Lo segundo que hice fue anular las tarjetas y dar parte a mi seguro. Para lo primero, directamente me dieron la opción de anular las tarjetas, pero unos amigos me recomendaron que hubiera sido mucho mejor bloquearlas temporalmente, por si podía volver a recuperarlas, y de esa forma no pagar la anulación (los ladronzuelos del Credit Suisse me han cobrado 55 CHF por anular su tarjeta Maestro, los del BBVA ni lo recuerdo).

Una de las recomendaciones que se hace cuando uno entra a vivir en Suiza es que contrate un seguro del hogar y un seguro a terceros. En teoría mi seguro del hogar de Axa Winterthur incluye un supuesto de robo fuera del hogar. Digo en teoría, porque seguro que hay una letra pequeñísima que me deja fuera de ese supuesto…con la mala suerte que tengo, estoy convencdia de ello. De momento espero que me respondan al parte. Doy de fecha límite el viernes.

Lo tercero que hice fue dirigirme a pedir mis abonos de transporte. En las Ticketerías de ZVV me recomendaron que esperara algunos días y que siguiera viajando con los abonos caducados (que en caso de que me controlaran los revisores, que trajera la «multa» y entonces tramitaban ellos la renovación). La renovación (el abono de Zurich y el de Halbtax) son 30 CHF cada una.

Ayer, como cuarto paso, me acerqué al Fundbüro u oficina de objetos perdidos, por si los ladrones había sacado el dinero, y dejado la cartera en algún lugar tirado. No tuve suerte, no estaba allí. Dijeron que si encontraban algo, me lo enviarían por correo.

Ahora tengo que renovar absolutamente todo (y soportar la burocracia): mi permiso de residencia (que volverá a costarme 65 CHF), mi carnet de conducir suizo (que no sé si debo volver a pagar 100 CHF), mi dni español, los bonos de transporte, las tarjetas de acumular puntos de los supermercados, la tarjeta del seguro médico, la del Rega, etc. Y lo peor de todo: renovar la confianza que tenía en la honestidad y la honradez de la gente, porque ahora mismo, la he perdido.