El maravilloso mundo de la fondue chinoise

Me gusta comer. Adoro ir de restaurantes. Me encanta que mis amigos me inviten a cenar. Disfruto leyendo blogs de cocina y tratando de copiar sus recetas. Hacer cursos de cocina es para mí la mejor inversión que puedo hacer. Por ello quizás es por lo que me encanta ir de cenas de empresa. Por un lado por mi mentalidad española de querer comer gratis, y por otro para poco a poco integrarme mejor entre mis compañeros suizos (soy la única extranjera en mi oficina, y no veas lo mal que lo paso sola en mis pausas de la comida, porque mis compañeros quieren comer el 95% de las veces solos, delante del ordenador).

Mi jefe tuvo la brillante idea de celebrar este año la cena de empresa en un restaurante tradicional (Neumünster) donde pudimos disfrutar de la Fondue chinoise. Como soy una ignorante de los tipos de fondue que hay (vamos, que para mi sólo hay tres: de queso, de chocolate y de carne), mis compañeros me explicaron que dentro del grupo de la carne hay dos tipos.

La fondue china o chinoise en la que en el wok cazuela se cuecen las lonchas en un caldo de carne o bouillon (que es la que comimos), que admite trozos de pescado o marisco (nosotros teníamos lucioperca, abadejo y gambas). La carne fueron filetes finos de ternera, pollo, cerdo y cordero.

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Y también tenemos la fondue tradicional o fondue bourguignonne (según la tradición se hace con carne de ternera, pero hay variantes en las que se emplea pollo, pavo o cerdo) que se sumerge en la cazuela con aceite de semillas (soja o girasol), aromatizado con ajo y hierbas frescas (tomillo, laurel, romero u orégano).

Para acompañar a la carne teníamos cinco tipo de salsas: mahonesa, salsa tártara, salsa rosa, salsa barbacoa, mostazas.

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Antes he dicho que la idea fue brillante y la razón es que la cena fue muy distendida, relajada y divertida (como mis compañeros decían, era locker). En contraposición a anständig (que significa decente, decoroso, modoso), como fue la cena de empresa de mi novio, a la que fui invitada. La organización era de un lujo, con esos platos super elaborados y deliciosos (carpaccio, brochetas de emperador, sopa de trufa negra, medallón de ternera y patatas azules, coulant de chocolate).

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No obstante se respiraba esa rigidez y seriedad, que sólo se soltó, después de haber consumido el champán, el vino blanco, el vino tinto y el vino dulce, es decir, con las caipiriñas y gin-tonics. Como crítica del carácter reservado y educado de los suizos, me da pena que sólo se desinhiban y sean ellos mismo, cuando llevan alguna copa de más. Es una opinión, en la que estoy generalizando de más, lo sé. Pero como siempre las opiniones son subjetivas pero basadas en nuestras experiencias. Ojo, y con esto no digo que tengas que subirte encima de las mesas ni dormirte encima de la barra del bar, para resultarme majo como suizo. Me basta con que hables y sonrías (esto lo digo por los suizos que leen mi blog).

2 comentarios sobre “El maravilloso mundo de la fondue chinoise

  1. Yo este año me he perdido la cena de empresa de mi chico, pero me ya contado que estuvo fenomenal. Organizaron una cena formal pero además montaron una especie de «casino» en la sala, de modo que entre plato y plato podías jugar a la ruleta o al black jack con fichas que había en cada puesto y que eran repuestas, igualmente, entre plato y plato. Al final, las tres personas que acabaron la noche con más fichas se llevaron un premio y todo. Divertido, no? Original cuanto menos…

  2. En nuestra cena hicimos un sorteo de regalos chorra (Schrottwichtel) y lo pasamos muy bien. Espero que el año que viene puedas tener tu propia cena de empresa con un trabajo que te guste y que puedas ir a la de tu novio también.

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