Ya estoy de vuelta. Aún con jetlag, agotada, feliz, tristona, más gordita, con más pecas y un batiburrillo de experiencias que espero que puedan servir a aquellos que se propongan visitar ese maravilloso país.
No existe una única Australia. Existen muchas Australias. Hay una para los cosmopolitas, otra para los amantes de la naturaleza, otra para familias, otra para parejas de enamorados, otra para los que viajan en solitario y acaban rodeados de nuevos amigos, y así podría seguir haciendo este post más largo aún. Eso sí, advertencia: Australia es muy cara.
Mi primer contacto con las tierras australianas, fueron las colas en el aeropuerto de Sydney, tras un viaje agotador saliendo el viernes 7 de marzo con Emirates desde Zúrich, haciendo escala en Dubai. Mostrar pasaportes, pasar controles, hacer colas y por fin, al salir, allí estaba mi amiga Sonia, que tuvo el detallazo de recogerme en el aeropuerto un sábado a las 22h30. El transporte más rápido y económico para llegar al centro es el tren: el ticket hasta Central que costó 16.40 AUD y los horarios los puedes ver en la web. El taxi sólo conviene si sois tres o cuatro personas. Hay hoteles que ponen shuttle al aeropuerto.
Mi amiga y yo fuimos a cenar algo por ahí, tras hacer el check-in y a ponernos al corriente de qué es lo que ha traído a una alicantina a vivir ya tres años en esta gran urbe. Me alojaba en el Backpacker 790 on George. Yo no sé si es por la edad o por qué, pero no pude dormir por el jaleo, que ni los tapones de los oídos mitigaban. Es un backpackers que no era caro (partiendo de que Sydney es muy caro): 80 AUD una habitación doble, y mucho más barato en habitaciones compartidas. Relativamente limpio (la suciedad se debía a la dejadez de los mochileros, no a la falta de limpieza del hostal) y muy bien situado.
Quedé con Sonia para desayunar y fuimos al café Pausa que hay en la misma calle: croissant de jamón york y queso y café: menos de 10 AUD y hay WiFi gratis. Estando allí, llegó maromo desde Nueva Zelanda, agotado, pero con menos jet-lag que yo. Los tres nos fuimos a recorrer Sydney, siendo conscientes de que un día para ver la inmensa ciudad es muy poco.
Recorrimos las calles del Chinatown para dirigirnos al Darling Harbour. Es la zona en la que te puedes encontrar el Acuario de Sydney (Sea Life, 40 AUD precio de adulto, hay descuentos comprando las entradas online), el museo de cera de Madame Tussauds (40 AUD o más barato online), el museo marítimo nacional (27 AUD). Para todo ello necesitas dinero y tiempo. Yo no opino de si es algo que valga la pena o no. Todo depende de los gustos de cada uno, nosotros no entramos. Queríamos ir a comer al Pancakes on the Rocks, que está situado en ese centro comercial, pero había una cola que nos hizo desistir de la idea. Acabamos comiendo en un chino, que a mi me encantó (70 AUD, 3 menús con bebida). Una cosilla a tener en cuenta es que en Australia el agua del grifo te la ponen gratis. En algunos lugares está muy rica, en otros sabe a tierra, pero en fin, algo gratis!!!
Una vez saciado nuestro apetito nos fuimos corriendo a Town Hall, donde a las 14.30h empezaba el Freetour de Ross. Se trata de una visita guiada de 3 horas que es gratis, y en la que al final pagas lo que crees que es justo. Había gañanes que al finalizar la visita no dejaron ni una triste moneda. Menos mal que bastantes valoramos el trabajo profesional de este experto y enamorado de Sydney. Empezamos el recorrido en el Centro Comercial: Queen Victoria Building, perdiéndonos en sus bellos pasadizos de carísimas tiendas, hasta llegar al Hyde Park. Vimos la Cathedral, Hyde Parks Barracks, St. James Church, Sydney Tower, la calle donde se rodó aquella escena de Matrix, Circular Quay, First Fleet Park, The Rocks, para acabar casi debajo del Sydney Harbour Bridge, con la Ópera enfrente nuestro.
Como hacía calor, regresamos a The Rocks muertos de sed. The Rocks fue el primer asentamiento de la ciudad y hoy es un barrio muy anglosajón repleto de cafeterías, cervecerías, galerías de arte, y hay un mercadillo un pelín carete. Fuimos a The Australian Heritage Hotel a tomarnos unas cervezas (es un lugar muy conocido para tomarte una pizza de canguro o de cocodrilo).
Corrimos de nuevo a Circular Quay a coger el Ferry para ir a Manly (17 AUD por cabeza ida y vuelta). La novatada fue que a las 18h30 ya estaba anocheciendo, y cuando llegamos a nuestro destino era noche cerrada. Lo precioso fue subir al ferry y ver la puesta de sol y el Skyline de la ciudad, el puente, la ópera. Nos quedamos a cenar en Manly tras pasear por The Corso, llegar hasta la playa y sentir que era una pena no haber venido de día. Comimos unas fish and chips, una ensalada césar y cervezas: 45 AUD los dos. No recuerdo el nombre del bar al que fuimos. Y así acaba el domingo.
Lunes: la tarjeta SIM de Telstra que he comprado en un indio no funciona. La tarjeta era de 30 AUD, se supone que un crédito de 30 AUD. Voy a pedirle ayuda para activarla: dice que como la he abierto no me devuelve el dinero y que ellos no se encargan de activarla, que vaya a la oficina o que lo haga por teléfono. Después de buscar una oficina sin resultado, conseguimos activarla por teléfono: dando una dirección de Australia, el pasaporte, un email, etc. Me entra muy mala leche. Maromo lo sabe, me lleva a la cafetería Boulangerie de París: pide croissants, omelette, capuccino, macedonia: estómago lleno, mala leche mitigada. Aysss! qué tarde se nos ha hecho y tenemos que ir a las Blue Mountains. Pillamos los tickets: de Central a Katoomba cuestan 17.20 AUD ida y vuelta, pero como vamos tan tarde son 11.80 AUD ida y vuelta. El trayecto son dos horas y en el tren hace un frío glacial: recuerda llevarte una chaquetilla porque estos australianos son muy exagerados (tanto en restaurantes, aviones, buses, trenes, etc…están empeñados en que cojas un enfriamiento con el cambio tan brusco de temperatura).
Las Blue Mountains para mi no fueron prescindibles. Me encantó pasear entre pequeñas cascadas, bellos bosques de eucaliptos. Sólo lamento no haber madrugado para aprovechar mejor aquel día. Vale la pena. Hay excursiones programadas, hay un funicular, etc.
Martes: cogimos un coche de alquiler de Avis en KingCross y pusimos rumbo a Huskisson. El GPS nos marcaba que la ruta era de 2h, pero ya sólo en salir de la inmensa Sydney invertimos una hora (luego el recorrido total fueron 3 horas). Hicimos una parada en Kiama para ver el Blowhole, pero no vimos el chorro de agua que emerge de las rocas, porque el mar estaba bastante calmado. Comimos fish and chips en Saltwater Café. Nos gustó porque podíamos pedir la opción fatfree: el pescado no venía rebozado, sino cocinado en papillote y pudimos probar el blue grenadier y el barramundi por 32 AUD con patatas y ensalada.
Llegamos a Huskison, al Bayside Motel. Por una habitación 2 noches pagamos unos 22 AUD. Nuestra habitación no tenía cocina, pero tenía microondas, nevera, calentador de agua (la cortesía del café y el té) y vajilla para el desayuno. La pequeña decepción es que en Booking ponía que tenían WiFI gratis, pero no llegaba a las habitaciones…y mi tarjeta de Telstra no tenía cobertura…
Pero bueno, estas de vacaciones, no hay porque estar enganchado a Facebook o el correo, no?. Así que salimos a pasear por las preciosas playas, aguas azules, arenas blancas, rocas y un viento que nos trajo una tormenta impresionante.
El miércoles por la mañana seguía lloviendo, y nuestras caritas eran un poema. Le pregunté a la recepcionista por planes alternativos. Me recomendó ir al Museo Marítimo o acercarme al Centro Comercial de Nowra. Le pregunté que donde podíamos ver canguritos y me recomendó ir a Green Patch. Así que dicho y hecho: cogimos los bikinis por si acaso y nos vestimos para hacer treking en el Parque Natural de Boderee. Pagas 11 AUD por entrar con el coche al parque y es válido para 48 horas. Fuimos a Murray Beach: puedes hacer snorkel. Con suerte como nosotros ves delfines. Puedes subir a Governor Head y si te llevas prismáticos ves pingüinos enanos en la isla de enfrente. Al parque tienes que irte con comida para hacer picnic o bocatas. Sólo existe un supermercado en la entrada del parque, en Jervis Bay, no hay ningún restaurante ni kiosko dentro.
Comenzó a nublarse, seguimos recorriendo la península y en Cave Beach vimos los wallabies o ualabíes: que son de la familia de los canguros pero más pequeños. Están en libertad, acostumbrados a los humanos, pero no se dejan acariciar. De vuelta a casa diluvió y compramos algo para llevar en el supermercado Coles de Vicentia.
El jueves amaneció gris y fresco. Hicimos las 3 horas de un tirón hasta Sydney. Teníamos que visitar Bondi Beach con nuestra anfitriona de lujo y nos llevó al precioso restaurante Icebergs Dining Room & Bar. Pensé que nos iban a clavar, pero no fue así: unas patatas fritas, una ensalada, unos mejillones a compartir (las raciones eran grandes): 42 AUD. Eso sí, con agua del grifo, jejeje. Después de pasear, comernos un helado, ver algunos tíos buenorros surferos (bueno, tampoco era para tanto), fuimos a repostar y a devolver el coche en el aeropuerto. Gastos: gasolina 58 AUD, coche de alquiler 3 días (un Micra: 149 AUD).
Vuelo a Cairns: tienes Jetstar (sería como un Ryanair) y Virgin (un Easyjet o un Air Berlin).