Visita al restaurante Blinde Kuh

Nada más ni nada menos que vaca ciega (Blindekuh) se llama este restaurante. Se encuentra tanto en Basilea como en Zúrich.
Mi medio melón y yo fuimos a cenar en diciembre allí gracias a un bono de regalo que nos obsequiaron nuestros amigos.

-¿Y qué tiene de particular dicho restaurante?

-Pues que comes a oscuras. No hay ninguna luz encendida, ni ninguna ventana al exterior. No puedes entrar ni con linternas ni con móviles a la sala para no estropear ese efecto.

-¿Y cómo se pueden desenvolver los camareros?, ¿llevan acaso gafas con visión nocturna como si prepararan un asalto a nuestras billeteras?

-Pues no. Los camareros son invidentes. Lo del asalto a las billeteras, lo aclaro abajo…

-¿Pero qué ves cuándo entras allí?, ¿no te da un poco de claustrofobia?

-Pues ves esto:

cuadrado negro

Desde luego no es un restaurante para claustrofóbicos, ni para instagramers, jajaja. En cuanto a tus pertenencias, las dejas todas en la consigna en la entrada: abrigos, bolsos, carteras, móviles, etc.
La idea nació en 1998, en una exposición llamada Dialog im Dunkeln (diálogo en la oscuridad) en Museum für Gestaltung (el museo del diseño de Zúrich) en la que un psicólogo que era deficiente visual (Stephan Zappa) y un párroco ciego (Jürg Spielmann) se conocieron allí preparándola. Tuvieron la ocurrencia de proyectar un restaurante para el Expo’01. A dicho proyecto se le unieron la trabajadora social Andrea Blaser y el cantante lírico austríaco Thomas Moser (ambos invidentes) y crearon la fundación «Blind-Liecht». Esta fundación da oportunidades laborales tanto a invidentes como a deficientes visuales.

El primer restaurante a oscuras del mundo fue el de Zúrich en 1999. Desde entonces el concepto ha sido copiado con éxito en muchas ciudades (en Colonia el «Unsicht-Bar» en 2001, en Berlín el «Nocti Vagus» en 2002, en París «Dans le Noir» en 2004, y muchos más en Londres, Fráncfort, Hamburgo, Moscú, etc.).

La camarera que nos tocó a nosotros, nos hablaba todo el tiempo en suizo. Así que si no domináis el idioma decidlo desde el principio, para que se pase al alemán o al inglés, y no haya ningún malentendido con lo que pedís o lo que os preguntan.

Se trata de una experiencia que os recomiendo. Desde que entras, dudas si estás caminando en línea recta o si te vas a dar un tortazo con cualquier mesa. La ventaja de comer a oscuras es que «desconectas» totalmente el sentido de la vista, para potenciar otros sentidos que normalmente tenemos dormidos. El oído (escuchas el rumor de toda la sala, oyes a los camareros diciendo «Service» y sabes que los platos que portan, pasan cerca de tu cabeza), el olfato (te invaden los aromas de las sopas, las carnes, las verduras, las especias), el gusto (juegas a adivinar qué te estás comiendo, aunque en la entrada ya hayas leído el menú y sepas algunos ingredientes), y el tacto (sí, lo admito, la sopa con cuchara, conseguido, pero para el plato principal tuve que pasar a comer con las manos, porque me llevaba el tenedor a la boca siempre vacío…).

Los inconvenientes son totalmente subjetivos en mi caso. Estaba en la fase final de un catarrazo, y mis sentidos estaban bastante adormecidos (olfato y gusto, se entiende). La comida que elegí, no me gustó casi nada. Debo aclarar que yo no soy nada sibarita, y que me suelo terminar todo lo que me ponen en el plato. En esta ocasión, encontré la sopa de vino extremadamente salada, y el plato principal soso (mi melón pidió ciervo, y el cachito que probé le daba mil vueltas a mis Semmelknödel -bolas de pan- con setas). Y el postre no me gustó nada. Pero repito, igual otra persona lo hubiera encontrado muy apetitoso.

En el menú siempre tienes a elegir entre tres primeros, dos segundos (o una carne o un pescado y un vegetariano) y entre tres postres. Otra de las pegas que le pongo al restaurante es que me parece que es caro. Os pongo un ejemplo del menú de esta semana:

menu

Ya en un plano más superficial, estuvimos hablando de lo curioso que sería utilizar el restaurante para hacer citas a ciegas. Si llegáis por separado, coméis juntos, habláis horas, sin veros las caras y sin pensar en el físico, conoceros sólo a través de la voz, y luego una vez fuera, descubrir a quién tienes delante… Pues resulta que no somos los primeros a los que se les ocurre, el restaurante estuvo promocionando esas citas a ciegas hace tiempo:

Pero también ofrecen catas de cervezas, lecturas, conciertos o incluso cursos sobre los sentidos.

9 comentarios sobre “Visita al restaurante Blinde Kuh

  1. Qué fuerte! A mí no me apetece mucho la experiencia en principio, pero lo de las citas a ciegas es interesante! Es como en la película «about time», que comienza con una cita en uno de esos restaurantes, la conoces?

    1. Me encanta esa película romántica (lo de los viajes en el tiempo siempre me ha chiflado).
      La experiencia la puedes probar en casa, pero o bien cocinas tú para tu maromo o al revés (para que al menos uno no sepa qué váis a comer)…ponéis todos los platos en la mesa, servilletas y que uno de los dos apague las luces del todo….

  2. Me lo recomendó un compañero de trabajo hace un año. Nunca me ha dado por ir porque siempre he leído malas críticas a la calidad de la comida.
    Desconocía que la idea surgió por una expo, muy interesante el dato 🙂

    ¿Hay que reservar con mucha antelación?

    1. Jo, pues yo lo de la calidad de la comida no lo había mirado antes. Pero vamos, que si os regalan a marido y a ti un bono, no lo rechaces, eh!
      Nosotros conseguimos una fecha libre un mes antes. Nos costó cuadrar el día.
      Un abrazo!

      1. Sí, eso iba a decirte yo, que no me sonaba el nombre de la vaca ciega… pero sí el de «la gallinita ciega». Divertido el juego de palabras del restaurante.

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