Klingnau, ¿qué se te ha perdido allí? Toda la semana escuchando lo mismo. Sólo es un pueblo de unos 3.300 habitantes en el cantón de Argovia, en la frontera con Alemania.
El castillo es de 1277 y se usa en la actualidad como Ludoteca y lugar de encuentro de una asociación juvenil. Y sus salas se pueden alquilar para celebraciones.
Y sin embargo a mí me gustó. Pero supongo que es lo que pasa de los pueblos de los que no te esperas nada de nada.
Es cierto que me encontré con la calle principal en obras, pero aún así puedes atisbar la belleza en los pequeños detalles.
Fui con una pareja de amigos y sus dos pequeñajos: a la hermanita mayor le falta un mes para cumplir los 3 años, y el bebote se pasó el viaje dormido en el carro (apenas tiene tres meses). Así que nuestra idea no era la de hacer senderismo, más bien salir a pasear y que los padres desconectaran de la rutina.
Pero lo que tiene este país es que si bien la parte de la ruta que finalmente hicimos era muy fácil, adaptada para sillas de ruedas y para carritos de bebés, tiene otras variantes que podrían hacer de ella una ruta muy interesante para los que dispusieran de tiempo, y ganas de caminar.
río Aar o Aare, que desembocará en el Rín.
A lo largo del camino te encontrarás a gente paseando en patines, en bicicleta o que han salido a correr.
Por supuesto que mientras hayan animales repartidos por el recorrido, los pequeñajos van a disfrutar del paseo. En este caso vimos vacas y caballos. Muchos caballos. De vuelta a Klingnau, con el castillo al fondo.
Aún así si le preguntas a la peque, lo que más recordará son los caballos, los columpios y los enanitos.
Caballos y vacas, dos animales que resultan tan espectaculares a la vista como reguleros al olfato.
Besos, pero hoy con la nariz tapadica…
Jajaja. No pasa, nada, los besos llegan igual!